Arturo Choque Montaño
Era una fuente inagotable de historias divertidas. Cada charla con él estaba repleta de anécdotas desopilantes, las seleccionaba, recopilaba, catalogaba... en ese enorme cráneo p'ajla y siempre las tenía a mano para ejemplificar, para educar.
Cierta vez, me contó, viajó a la India. Allí quedó abrumado por la pobreza omnipresente, por el caos del tráfico, la pluriculturalidad (mucho más variada que la de Bolivia) por la férrea división de castas, que permeaba incluso a las comunidades religiosas católicas...Caminando por una atestada calle vio que detrás suyo un corrillo de niños le gritaba paagal... paagal... (que en hindí suena algo así como "p'ajla"). "Sentí como nunca que mi fama había trascendido fronteras", me dijo divertido.Cuando preguntó a su acompañante sobre lo que los chicos querían decir, él le dijo: "no les hagas caso, les causa gracia tu aspecto y te dicen "loco".Reí mucho con la evocación de Xavier, pero a partir de ella, me entró una curiosidad enorme por temas como la división de castas en la cultura de ese país, la estratificación social en ese país, su riqueza étnica y lingüística... Así era Xavier, un impenitente narrador de historias, un entusiasta maestro, un ser humano excepcional.
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